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viernes, 6 de marzo de 2020

Número de Códices, Reseña histórica de los mismos

II. 

Número de Códices.- Reseña histórica de los mismos.

Los Códices que posee actualmente la catedral de Tortosa ascienden a 147.

Es de suponer que este número debió ser mayor en los siglos pasados. Basta considerar la grande importancia que tuvo la catedral de Tortosa desde los primeros tiempos que siguieron a la reconquista de esta ciudad, y su admirable organización ya en época muy remota.

Hasta el tiempo en que se descubrió la imprenta que fue a principios del siglo XV (nota:1440, 1450 según fuentes), requiríanse grandes caudales para poder obtener libros por medio del manuscrito. De ahí que las personas particulares para instruirse por lo general debían acudir a ciertos centros, de igual modo que ahora se acude a las Bibliotecas públicas. Y como esta catedral desde un principio pudo disponer de grandes recursos, no le fue difícil adquirir libros manuscritos, aunque para ello tuviese que emplear crecidas sumas.

Por otra parte Tortosa en los siglos medios era un gran centro de comunicación, por la vía marítima, con los principales puertos del Mediterráneo pertenecientes a Francia e Italia; así es que el Cabildo se podía proporcionar con alguna facilidad los libros o Códices que necesitaba; pues por tierra no era posible, o al menos era muy difícil y costoso, especialmente tratándose de Códices voluminosos como lo son gran parte de los que posee esta catedral.
Muchos de estos principalmente los de los siglos XI y XII debieron ser escritos en el extranjero; porque hasta el año 1148 Tortosa y su contorno por la parte de Cataluña estuvieron en poder de los moros, y en la parte de Valencia estos aún tardaron cerca de un siglo a salir de allí. No era posible por lo tanto, que durante el dominio de los moros se escribiesen Códices en este pais.

Por ello luego que la catedral de Tortosa comenzó a constituirse, digámoslo así, teniendo poderosos elementos con las donaciones tan distinguidas que le hizo el rey don Alfonso, y constan en la carta de dotación de esta catedral otorgada en 28 de noviembre del año 1178, es de creer que los Prelados y el Cabildo trataron de proporcionarse los libros necesarios para la instrucción del clero, comprándolos en algunas ciudades de Francia y de Italia; porque lo mismo que sucede ahora con los libros impresos, los Códices o libros manuscritos también debían venderse en los centros destinados a utilizar este negocio.

Aprovechando pues la facilidad de las comunicaciones marítimas, los libros se traerían por mar. Así consta que se trajo en época más reciente la numerosa colección de libros grandes impresos, que usan los señores Capitulares en el coro. Dichos libros, según es de ver en las notas del archivo
capitular,
los regaló el año 1687 a esta catedral el Dean que era de la misma D. Victorino Loreda. Fueron impresos y encuadernados en Venecia.

Volviendo a los Códices, si bien en los tiempos próximos a la reconquista de esta ciudad hubieron de adquirirse la mayor parte en el extranjero, posteriormente ya se confeccionaron algunos en este pais, especialmente los que pertenecen a la sagrada litúrgia.

Según notas del archivo, varios de estos últimos libros fueron escritos por los monjes del antiguo Convento de Benifasar. Se comprende que en los monasterios se dedicaron mucho a estos trabajos. El estado de retiro en que se hallaban aquellos religiosos dedicados tan sólo a la vida contemplativa, les permitía emplear mucho tiempo en unos escritos que exigían gran paciencia, por la multitud de viñetas y miniaturas con que solían adornarse los libros llamados de coro.
Además los monjes conocían perfectamente el canto llano, pues los divinos oficios se practicaban en los monasterios con grande solemnidad.
Por ello siendo muy prácticos en escribir sus numerosos libros de coro, que eran una verdadera gloria de sus iglesias, no es de extrañar que los compusieran para las catedrales, y aún para algunas parroquias distinguidas.

Los Códices de materias científicas también requirían grandes centros, donde se pudiese facilitar a los escribientes abundancia de originales adquiridos a precios muy subidos, y sobre todo garantidos o libres de errores, pues ya se sabe cuanto suele haber de esto en las copias.

Lo mismo que decimos de los centros donde se escribían los Códices puede aplicarse a los que los adquirían. Por lo general debían ser Cabildos, Universidades, Conventos, etc.; porque sólo estas colectividades podían tener medios para proporcionarse buen número de libros, a fin de formar una
Biblioteca completa, donde pudiesen adquirir la debida instrucción el clero y las personas seglares.

Concretándonos a la iglesia de Tortosa, además de tener como hemos dicho recursos bastantes para formar una biblioteca de gran valor, le era también necesaria, pues estaba en su organización, atendido el interés que tuvo siempre en instruir al clero, como lo demuestran muchos datos históricos que han quedado.


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